El Programa Paso a Paso nació el 24 de marzo de 2002, durante un momento en el que muchas familias y menores del sector de la Rivera Hernández, en San Pedro Sula, enfrentaban condiciones de alto riesgo social. En una comunidad marcada por la pobreza, la violencia y la marginación, surgió la necesidad urgente de crear un espacio seguro para proteger la vida y acompañar a la niñez que crecía diariamente entre amenazas, falta de oportunidades y disputas territoriales entre pandillas.
Los primeros pasos del programa se dieron en un pequeño salón del centro comunal de la colonia Sinaí, facilitado por el patronato. Era un espacio reducido donde apenas cabían algunas mesas, un futbolito y un rincón habilitado como cocina, desde donde se preparaba leche para los menores que asistían. A pesar de sus limitaciones, ese lugar se convirtió en un refugio educativo, comunitario y afectivo.
En aquel tiempo, el Programa contaba únicamente con tres personas a cargo de unos cincuenta niños y niñas: Silvia, Alicia y Óscar. Con pocos libros, materiales escasos y la ayuda de algunas madres, se les apoyaba en sus tareas escolares y se les ofrecía un lugar seguro para aprender y convivir. La noticia de que existía un espacio donde se ayudaba a la niñez comenzó a correr entre las familias, generando confianza, participación y mayor involucramiento de la comunidad.
“Al principio, los niños y niñas nos miraban con asombro cuando pasábamos por la calle. Se acercaban a jugar y buscaban compañía. Con el tiempo, las familias comenzaron a confiar y a permitir que los menores asistieran, porque corría la voz de que en Paso a Paso se les ayudaba con sus tareas y se les enseñaban manualidades.”
Los menores empezaron a acercarse no solo para estudiar, sino también para jugar, sentirse acompañados y encontrar afecto. Las familias, al ver el compromiso del equipo, comenzaron a valorar el espacio y permitieron que los niños y niñas asistieran con libertad. De forma natural, se generó una red de apoyo comunitario que fue fortaleciendo el sentido de pertenencia y el trabajo colectivo.
Entre los años 2005 y 2006, la historia de Paso a Paso dio un giro importante con la llegada de Víctor Valle, cuyo apoyo, junto a la colaboración de muchas mujeres responsables de familia, permitió la construcción del edificio actual. Gracias a este esfuerzo compartido, se consolidó un espacio digno para la educación, la protección y el desarrollo integral de la niñez y la comunidad.